Santiago, Chile,
Provincia Imperial, 22 de marzo de 2015.
Por: Milan Mauricio Grušić Ibáñez
Llega a transformarse en una
molestia permanente ver como izquierdas y derechas, juegan constantemente por
ver quien es el peor de todos. Las ideologías que buscan el poder, sustentan
sus éxitos por el descrédito del contrario.
Todos somos concientes de quien
es Jacqueline van Rysselberghe. Una momia recalcitrante, hipócrita y
excluyente. Perteneciente a la Unión
Demócrata Independiente, partido de ultra derecha, que desde
su fundación apoyó y dignificó la obra de la dictadura militar chilena,
encabezada por Augusto Pinochet.
Jacqueline van Rysselberghe, bajo
la institucionalidad vigente, está plenamente legitimada para ejercer como
Presidenta de la Comisión
de DD.HH. del Senado de la
República de Chile. Diferente es, que la van Rysselberghe, se
encuentre en plena capacidad moral e intelectual para hacerlo, ya que esa es
otra discusión.
Durante algunos días, la
hipocresía de la izquierda de la Nueva
Mayoría y el Partido Comunista, han querido exponer al pueblo
su molestia extrema, por la asunción de la van Rysselberghe a la cabecera de la Comisión de DD.HH., como
si ellos mismos no hubieren contribuido por años a que una situación así
pudiere generarse.
Aquí no se trata de descalificar
a una senadora electa bajo las normas de una institucionalidad vigente, se trata
de ver que el problema han sido los políticos, de izquierda y derecha, que por
años han defendido la
Constitución de Pinochet, como si de un “Anillo de Poder” se
tratase. Después de años de una democracia, a medida de los poderosos, aun no
somos capaces de generar, desde el aparato político partidario, un mecanismo
para terminar con la
Constitución ilegítima del dictador Pinochet, pero si ha
existido el tiempo necesario para seguir protegiendo los privilegios que de
ella se desprenden, para el usufructo y lucro de los señores políticos y sus
amigos empresarios.
Hemos sido testigos constantes,
en esté último tiempo de los exagerados niveles de corrupción de la política en
Chile, pero somos incapaces de entender que no puede existir políticos o
funcionarios corrupto sin que exista un empresario que lo corrompa.
Lamentablemente, en Chile entendemos que sólo en la política se puede general
vicios y delitos, dejando de lado la perversión empresarial en Chile, que es
algo visiblemente extrema y no tiene límites.
Si poseemos una clase política
corrupta y una clase feudal pervertida, ¿qué más se puede pedir del Estado?
En la antigua Roma, cuando la República y el Senado
Romano, eran victimas de la degradación de sus instituciones, víctimas de las
guerras, víctimas de la precariedad de la economía, incluso de la corrupción de
los políticos, se llamaba a un Dictador, para que pusiere orden al caos
reinante. A veces, ese dictador se volvía un tirano, pero eso es parte de la lógica
que involucra entregar poderes absolutos a una sola entidad o individuo.
Ante una realidad histórica, es
posible cavilar en el hecho de que la clase política esté preparando su jugada
maestra, para generar un Golpe de Estado, con el fin de terminar de forjar una
hegemonía política, gobernante y permanente. ¿Por qué los políticos son los
principales descalificadores de la propia política? ¿Por qué la política se ha
vuelto generadora de soluciones para los políticos y el poder, pero una piedra
en el zapato para el resto del pueblo? La cosa es clara, quien sirva mejor al
futuro dictador, será merecedor de sus dadivas y migajas…
Jacqueline van Rysselberghe no es
culpable de asumir la testera de una comisión del Senado, ya que ella posee el
derecho de hacerlo, sin que nadie tenga la calidad ética para reprocharlo e
incluso destituirla de su puesto.
Las reglas son claras, en la
institucionalidad vigente que todos han jurado proteger, aparentemente, con su
vida. Lo curioso es que es protegida por los mismos que se han compartido el
poder en casi veinticinco años de una democracia “a la medida de lo posible”.
Aun no he visto en todos estos
años, a un político u organización partidaria oficialista, que exponga la
necesidad de excluir de la política nacional a todo partido o militante de
éste, que hubiere hecho una apología a la dictadura militar chilena o
dignificare la figura del dictador, desde sus estructuras partidarias.
Puedo entender a la derecha
fascista y conservadora, que caiga en esos vicios, pero, no me cabe en la
cabeza, ya que no es sombrero, que ningún partido de la izquierda
concertacionista, haya querido hacer algo más que hablar por la televisión,
para cambiar la institucionalidad viciada de nuestro país.
Más que nunca, no queremos un
Estado corrupto y burocrático, que ahogue las necesidades de nuestro pueblo,
pero tampoco queremos un supremo gobernante, de casta militar, que nos venga a
imponer sus particulares visiones caudillistas y genocidas.
La van Rysselberghe es hoy, la
legítima presidenta de la
Comisión de DD.HH. del Senado de la República , puesta en ese
transe por los mismos que hoy rasgan vestiduras. Los mismos hipócritas
burócratas, que intentan aparentar, el haber sido afrentados u ofendidos por tal
situación. Todos sabemos en donde viven todos ellos y a que colegio van sus
hijos, incluso sabemos en que supermercado hacen las compras las Nansa
trabajadoras de sus lujosas casas del barrio alto.
El no votar, hoy se torna como una
virtud, ya que no puede existir dignidad en ese acto cuando tienes que votar por
una casta privilegiada que sólo gobierna para ellos mismos, esperando que
nosotros nos consolemos con los huesos roídos que caen de sus propias mesas,
adornadas con copas de cristal francés, platos de porcelana y cubiertos de
plata.
Hoy vemos la decadencia de un
sistema político, por la exposición de tantos hechos de corrupción, viendo como
nuestros gobernantes se sacan los ojos para tratar de verse mas impolutos ante
la opinión publica, pero sabemos que en realidad, detrás de sus hermosas
vestimentas, sólo hay podredumbre de huesos añosos y carne putrefacta.
Tenemos lo que merecemos. Los que
votaron por años, por esos parásitos rastreros, son los únicos responsables por
lo tenemos hoy. El servilismo político es el único responsable de años de “en
la medida de lo posible”. Trabajo, a la medida de lo posible; salud, a la
medida de lo posible; educación, a la medida de lo posible; justicia, a la
medida de lo posible; vivienda, a la medida de lo posible; comida, a la medida
de lo posible; vida digna, a la medida de lo posible…
Cuando te han dicho que no tienes
derecho a opinar, porque no fuiste a votar, hay que responder que: “Vosotros
sois los que alimentáis a esa lacra pútrida de parásitos, que los llamáis
gobernantes y amos de vuestra dignidad, no os quejéis de vuestra desgracia, en la medida de lo posible, que me importa un
soberano testículo derecho, vuestra realidad de lacayos del poder”…
Salud y Anarkía, y un
porrito cada día…
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