Provincia imperial, Chile, noviembre de 2010.
Después de ingresar a la educación primera, donde tuve la fortuna de pertenecer a un colegio fiscal, me vi sumergido en los horrores de pertenecer a un colegio particular.
Recuerdo mi querida escuelita pública, llamada Nº 313 Guillermo Zañartu de la comuna de Ñuñoa. Momentos de infancia, sueños y fantasías, de mocosos inquietos que veían el mundo, de abajo hacia arriba. Evoco con claridad mi primer día de clases, donde reventé en llanto al sólo pensar dejar a mi madre. Cómo no olvidar el retrato, en todas las aulas, de los cuatro miembros de la Junta de Gobierno, que derrocó al gobierno constitucional del Compañero Presidente Allende. También me viene a la memoria la suspensión de los desayunos y los almuerzos, producido por el cierre de la cocina y comedores, mandatado por el Ministerio de Educación, en manos de los militares. En esos tiempos pretéritos conocí a mi primer amor, y la culpable de que comenzase a bañarme todos los días. “Conocí el amor, y también la limpieza”. Una hermosa niñita de largos cabellos castaños, se llamaba Verónica, pero le decíamos Vero cara de masetero. Aunque estábamos en dictadura, el amor y el jabón no dejaron de ser hermosos recuerdos de un infante en medio de un mundo hostil, un mundo de intolerancia, injusticia, y barbarie.
Únicamente llegué al cuarto grado, ya que el quinto, sexto y séptimo los pasé en la peor pesadilla de mi infancia. El Colegio San Gabriel (actual Saint Gabriel's School) fue mi prisión por tres largos años, donde aprendí lo terrible y doloroso que puede ser pertenecer a una élite. Si alguno de mis lectores leyó el libro, o vio el Films, Harry Potter, podrán entender a lo que me refiero. Diferentes grupos separados por colores (casas o alianzas), prefects (prefectos) designados por su buena conducta y resultado académico, algo así como inspectores de patio. El idioma ingles era importante, aun en el recreo. Todos eran hijos de alguien importante, además, todos se conocían desde Kindergarten, tanto niños como padres y apoderados. También usábamos varitas mágicas… mmmm… creo que eso no… Pero lo patético eran las separaciones que existían entre los propios alumnos. Las bellas por un lado, los deportistas por otro, los cerebritos en algún lado, y los loser (perdedores) por donde el diablo perdió el móvil. El bullying (matonaje) ya era algo reconocido como habitual en ese mundo. Basta ver una película yanqui de adolescentes, ochentera, para entender por el infierno que pasé. No seré ingrato, mi vida entre los hijos de los semidioses no fue dura, mi paso fue desapercibido, sutil. Pero, vi horrores, y entre ellos destaco las agresiones que recibió una niña, por el sólo hecho de ser diferente, algo más educada y fina que el resto de nosotros. Cuánto hicieron sufrir a esa pequeña, y yo fui participe de esos horrores indescriptibles. Si únicamente pudiese pedirte perdón, no sabes cuanto te lo agradecería. Aun siento rabia e indignación por lo que hice, era un niño, pero fui un cobarde. Quiero tanto poder abrazarte, aunque fuese una vez.
En esos años mi corazón comenzó a latir fuerte, me enamoré de una pequeña elfo de largos cabellos rubios y profundos ojos azules, de nombre Francisca (Panchita). A su corta edad seducía el corazón de un niño, y lo hacia sentir sensaciones extraña que años después pudo entender al conocer su propio cuerpo, me refiero a una paja… jajajajajajaja…
Mi salvación llegó en el octavo grado, donde ingrese al Primer Foco De Luz De La Nación. El Instituto Nacional Gral. José Miguel Carrera, fue, es, y seguirá siendo base esencial de lo que soy hoy en día.
Un ambiente humanista, republicano y laico, donde conjugábamos todas las clases sociales que veían en el Instituto una cuna de valores esenciales en un ser humano de bien. Fundada en 1813, fue la casa de estudios de reconocido chilenos, ciudadanos, hombres honorables, destacados políticos y dieciocho presidentes de la República, que pasaron por sus aulas como simples alumnos, no menos ni más que muchos compañeros que vivieron la dicha de ser llamados Institutanos. Destaco al QQ:.HH:., Ciudadano y Compañero Presidente, Salvador Allende Gossens, quien ofrendo su vida por la democracia chilena, el 11 de septiembre de 1973.
La disciplina es un factor esencial, en la casa de estudios de todos los chilenos. Aun la entrada de un auxiliar de aseo, a un aula, provocaba la inmediata reacción de los alumnos, al ponerse de pie y saludar diciendo”buenos días señor”. Los conflictos entre alumnos se resolvían fuera del Instituto, en el cerro Santa Lucia. Utilizábamos los puños, un duelo casi entre caballeros. Que puedo decir de los profesores, mis disculpas, maestros que brindaron lo mejor de ellos para educarnos en las disciplinas que nos transformarían en hombres de bien, rectos y libres.
Un negocio de fotocopias tuvo la suerte de instalarse en los interiores del recinto educativo, y con este hecho llegaron dos ángeles que nos proveyeron algo de fantasía a nuestras mentes adolescente, en un colegio de hombres. Lucia y Tatiana, dos hermosas chicas que nunca dejaron de sonreír con dulzura, entre la inquieta mirada de jovencitos lujuriosos que soñaban con probar sus suaves labios, aunque fuese por un segundo. En esa época tuve la desgracia de experimentar la sexualidad con una chiquilla de mi edad, que terrible experiencia fue esa. También por aquellos tiempos, comenzó mi vida política, entendiendo que mi responsabilidad como hombre libre era luchar contra la dictadura militar chilena. Yo ya era un hombre de firmes principios humanistas, laicos y republicados, donde la liberté, d'égalité et de fraternité no eran una utopia, sino una necesidad biológica. En mi cuerpo no sólo explotaban mis hormonas, como fuegos de artificio, sino el deseo de libertad y justicia que en mi país no existía. Mi cariño y respeto para el cuerpo docente, inspectores, auxiliares de aseo y todo el que dedico su trabajo para hacer del Instituto Nacional el monumento a la libertad, que nunca será borrado por la bota militar, el fascismo y el fanatismo religioso.
Terror. Mi salida fue un gran quiebre en mi corazón. Fui a dar a un liceo fiscal llamado Arturo Alessandri Palma. Liceo mixto, donde varones y señoritas convivían en una supuesta armonía educativa. Que falsedad, lo único armónico era el pánico que sentí al poner un pie en ese recinto de locura y desorden.
El primer día que entré en una de sus aulas me fijé en una dulce niña, mujer, de negros cabellos y bellas facciones. Me enamoré de ella en un instante, junto con otra chiquilla de bellos ojos cafés y, poseedora de una sabrosa sonrisa que entregaba paz a mi alma en caos. Elisa y Marcela se convirtieron en un pilar elemental, en mi mente perturbada, debido al desconcierto e incoherencia que experimentaba en ese lugar.
En mi interior sentía que mi madre se preparaba para partir hacia… algo intuía... Yo ya era un hombre de mente y cuerpo, ansioso de experimentar los deseos más animales de un ser sexuado, pero, con miedo debido a mi primera experiencia. Mis dos amigas no estaban dentro de esos planes, mi afecto y amor ya era algo que iba hacia el misticismo. Nunca pude tener amigos, hombres, en ese liceo. Mi relación esencialmente fue con compañeras, algo que aun no entiendo. ¿Podría ser que yo era un Cromagnon en medio de Neandertales?
Algo más catastrófico que mí salida del Instituto se hizo presente de manera fugaz. La muerte de mi madre fue lo que terminó por dejarme derrotado, con una gran amnesia que la mantuve por muchos años. Se llamaba doña Julia y era toda una dama, señora de rancia aristocracia criolla, que hablaba francés, tocaba arpa y mondaban de lado, sobre briosos alazanes pura sangre. Educada, fina y distinguida, de un gran carácter señorial. Proviniendo de entre latifundistas y militares, su conciencia social y visión izquierdista, lejos de lo ideológico, sorprendían. La mujer más amada en mi vida, y ya no estaba conmigo. Elisa y Marcela, junto con muchas otras compañeras, hicieron algo llevadera la angustia que acarreaba mi alma. Ya en esos momentos Sonia se hacia parte de mi estado mayor, siendo pieza importante de mi sostén y cordura en esos años. Lari, Carolita y Viviana no se quedaron atrás, en los hermosos gestos que tuvieron hacia mí.
Me transformé en repitiente de la noche a la mañana. Perdí un año que tuve que recuperar, aun así, logré salir de ese infierno. Claro, con un dolor inmenso en mi ya alicaído corazón. Elisa y Marcela siempre fueron especiales en todo el sentido de la palabra, claro, cometí un error. Tal vez “error” no sea la palabra, es mejor decir que me dejé llevar por mí naturaleza. Me enamoré de Marcela, al punto de divinizarla más allá de lo normal. Curiosamente, nunca había sentido algo tan profundo por una mujer, pensaba en ella a cada instante. No podía dejar de cavilar en amarla, abrazarla y besarla, de la manera más suave y perfecta. Yo, era un pan de mantequilla en sus calidas manos de hembra adolescente. Ella me rechazó, provocando un gran retumbo, muy profundo, en mi sístole y diástole… que dolor... Lamentablemente, creo que nunca entendió que detrás de mi amor de hombre existía el amor de un amigo que la quería de una manera inimaginable. Nunca más supe de ella. Únicamente quedó Elisa a mi lado, como el más bello recuerdo que tuve en mi transito por ese liceo.
Mi remedio llegó sin esperarlo. Unas amigas del Liceo Carmela Carvajal de Prat, institución de señoritas, me acogieron en sus regazos. De allí tuve la fortuna de conocer a una encantadora mujer, madre de una de ellas.
En esos tiempos las mujeres cuarentonas vestían horriblemente, sin dejar de omitir sus espantosos peinados de viejas decrépitas. Ella no fue la excepción a la moda de los años ochenta. Singular fue el extremo afecto que sentía hacia mí, al punto de llevarme en una ocasión a su cuarto para darme una clase, única, de sexualidad avanzada. Debajo de sus horribles ropajes ochentenos, descubrí un bellísimo cuerpo de hembra madura, todo en su lugar, suave y delicado. Al parecer en ese tiempo aun era creyente, lo único que se me vino a la mente fue un “dios mioooo”. Asustado y recordando mi fracasada primera experiencia, no deje de temblar, aun con mi autoestima completamente erecta. Fui llevado a un dulce momento de delicada sensualidad y sexualidad, donde me convertí en un hombre en plenitud. No sé si fue una hora o siete horas, no tengo idea si fue una o muchas, ni siquiera sé si en cada una duré cinco minutos, media hora o más. Lo que si sé es que esa santa mujer me enseñó todo lo que un hombre debiese de aprender, de las artes del amor, en un momento especial de su vida. El miedo de que llegase mi amiga o su marido, no impidieron que mi cuerpo se fundiese, una y otra vez, con el de ella. No era solamente un miembro que se sumergía en su cuerpo, eran mis manos, mi boca, mi lengua, era todo yo que saboreaba su deliciosa entidad. Yo degustaba, pero ella me devoraba. Susto, excitación, pánico, deseo, terror, y placer se fundieron en una jornada educativa que jamás olvidaría mi mente y cuerpo. La estúpida adolescencia, y mi estólida inocencia, me hicieron no volver más a su casa, pero lo aprendido quedo dentro de mí, como un regalo preciado de los dioses. ¿Cómo pude ser tan baboso? Únicamente fui un joven hombre con muchos temores en mi mente y corazón. Su beso de despedida en esa sazón fue su bonus track, pues, ella me enseñó a besar, y vaya que aprendí bien.
“Quiero señalar que todas las madres de mis amigas, pololas y novias, me adoraban de una manera inexplicable, su confianza hacia mí era total. Siempre fui un caballero, de finos modales, lenguaje correcto, y apariencia pulcra. La excepción a la regla fue la madre de la que convertiría en mi compañera, esa señora me odió desde el principio”.
Derechamente, a la vida política. Ya militando en un partido político clandestino, el Partido Socialista de Chile, fue donde descubrí un amor muy singular.
De educación conservadora, en lo moral, me vi enamorado de un hombre que se convirtió en mi partenaire, mi amigo, mi hermano. Suena fuerte, y hasta marica, pero no era algo sensual, sino un afecto puro y sincero de dos hombres que se ofrecen la mano. Cuantas aventuras pasamos juntos, cuantas chicas desnudo en mi casa, cuantas fiestas recorrimos, buscando la lujuria y el deseo de follar con hermosas compañeras de izquierda. Comunistas, humanistas, socialistas, y hasta democratacristianas. Todas cayeron en las redes de mi hermano. Yo aprovechaba, ni tonto ni perezoso, de saciar mis aspiraciones más oscuras, y libidinosas, con hermosas hembras ávidas de experimentar los mismos sueños que este par de machos en leva. Drogas, sexo y Rock & Roll, fueron parte de la iniciación, y los sucesivos rituales, donde nos sumergíamos noche tras noche en un baile de sexo y depravación.
Allí conocí a la que se convertiría en mi mejor amiga, mi amante, mi cómplice, mi compañera y mi esposa. Rossana, conocida por todos como “la Mutti”, fue un nuevo flechazo a primera vista. Petisa, de cursas sinuosas, blanca tez, labios carnosos de hermosa sonrisa, claros cabellos y un par de ojos claros que, malditamente, cambiaban de color según la luminosidad. Eso si fue espectacular, digno de un aplauso generalizado de todos mis lectores. Coincidíamos en lo político, religioso y espiritual. Pasamos muchos momentos acostados en mi cama, desnudos, abrazándonos y besándonos, sin follar. Fue ella la que decidió el tiempo, sin presiones de mi parte, sin apuros; y, vaya que fue algo divinamente suave, perfecto, amoroso y delicado. Tenia que ser más que una amiga, tenia que ser parte de mí, y de mis amores. “Me cazo”. No fui yo quien tomó la iniciativa de casarnos. Pero, siendo ella muy habilidosa, supo hacerme caer en su juego. Como bestia salvaje, resignada a ser cazada, me entregué en cuerpo y alma ante esta nueva aventura que se me presentaba, como manjar para un hambriento. El complemento fue matemático, yo me convertía en ella y ella se convertía en mí. Aunque somos un par de misántropos, trato de que ella no caiga en mis defectos, pero cuando nos separamos por pocas horas, siento que algo me falta, ella me falta. Ya su calor, su olor, su sabor, es parte de mí ser. Somos uno, no por una religión, sino de motu propio, porque así lo decidimos. No entraré en detalles profundos, ya que haremos un video XXX para Youtube, en nuestro aniversario decimonoveno, el año 2011.
Pocos años después de casados, recibimos la gracia de una pequeñita. Que con los años se convirtió en la criatura que nos hizo aflorar canas verdes. Bella por naturaleza, encantadora de machos cachondos, de fuerte carácter, de postura noble y altiva, una indomable, una rebelde que desafiaba al mundo con su mirada. Nuestra hija nos acompaño por quince años en este mundo. Fue hermoso tenerla en mis brazos, siendo una pequeñita y en su muerte. Sofía se llamaba… Y era perfecta en todos los aspectos. Aun mi rostro se entibia, con mis lagrimas, al saber que ya no esta con nosotros. Un año y tres meses sin ella…
A pocos años del advenimiento de la democracia criolla, post dictadura militar, me di cuenta del engaño que fui sometido por mis dirigentes políticos. La democracia de los acuerdos, y de la justicia y democracia en la medida de lo posible se me hicieron insoportables. Pero conocí a una tímida chica, de pequeña estatura, rostro serio, de belleza etrusca, y de una personalidad casi fantasmal. De pocas palabras y de modesta presencia, se tornó en una gran amiga que, más temprano que tarde, supo ocupar su lugar en mi corazón. Muy angustiada por sus conflictos internos, y su contante batalla contra mi personalidad, no impidieron que nos acoplásemos en un juego de afecto y amor fraterno que hasta hoy en día, y a pesar de la distancia, nos hace necesitarnos. Andrea se volvió en otra parte primordial de mi vida.
Julia fue una compañera que conocí en un partido político, que no me interesa nombrar. Mujer madura, de bella silueta, rubia de ojos claros. Siempre me fascinaron las rubias, pero ella poseía un encantado algo especial. A pesar de nuestros diez años de diferencia de edad, no fue impedimento para entendernos a plenitud. Éramos dos engranes que encajaban a la perfección, en ideas y sueños. De buen intelecto, no tardó en hechizarme con su presencia. Ha sido la peor estupidez que he cometido en mi vida, por una mujer que no lo valía. La quise llevar a caminos políticos más extremos rechazado por nuestra colectividad, pero las ansias de rebeldía de ella la hicieron tomar mi camino, pero con temor. Una mujer emancipada, de cuarenta y cinco años, hermosa, y con el mundo a sus pies, no se puede dar el lujo de la cobardía. En ese instante mi presencia en ese partido llevaba a su fin, para comenzar a experimentar el extremo político, que me resolvía de forma más seductora mis dudas internas. La FUNA fue la que me llevó a degustar la visión real de la política. “La misión de la Funa es exponer a los colaboradores y criminales de la Dictadura chilena de Pinochet”. Íbamos a sus casas, a sus trabajos, a donde pudiesen estar, únicamente para denunciar su presencia, y esputar en sus rostros la palabra “criminal”. Allí conocí a una dulce petisa, la abogada Josefina. Brillante chiquita, de profundas convicciones ideológicas, de apacible carácter, pero con instrucción militar revolucionaria. Mientras el corto amor que sentí por Julia se hundía como el Titanic, debido a que intentó mancillar a la Mutti, mi cariño y afecto sé incremento por Josefina. Un hombre puede dejar de sentir amor por su compañera, pero nunca puede perder la lealtad hacia quien a estado a su lado, en las buenas y en las malas… ¡jamás! En momentos difíciles de nuestro hogar, Josefina nos brindó alimento, dinero y hasta agua caliente, para lavar nuestra pobre humanidad deseosa de una buena lucha tibia. Hace años que no veo a Josefina, y necesito abrazarla y decirle cuanto la quiero, y lo agradecido que estoy de conocerla. Siempre que conversamos, volvemos a nuestros pasados de gloria, como dos viejos retirados, alimentando palomas en la Plaza Mayor.
La muerte de mi padre nuevamente me destrozó, demostrando que yo era sólo un ser humano, débil y ávido de protección. Nunca fui un dios todopoderoso, simplemente un hombre más, en un mundo injusto, que únicamente busca algo de paz. No rechazo mis dolores, ni culpo a los dioses, acepto mis sufrimientos con gratitud.
Entrando al Club de la República, sede de la Gran Logia de Chile, en su salón mortuorio de sobria presencia republicana, a lo lejos vi un ataúd. Erguido, y con paso firme, me decidí a entrar en esa habitación. Pocos pasos después, sentí un peso brutal que me llevó al suelo en cuestión de segundos. No alcancé a tocar el piso, cuando ocho brazos me levantaron en vilo, y no permitieron mi caída. Mi estado mayor, mis amores, me sujetaron. La Mutti, Samuel, su hermana, y Elisa, cuan ángeles decidieron protegerme de una caída eterna. El hombre que más he amado en este mundo, se ha ido hacia el Oriente Eterno, donde me espera con sus brazos abiertos para recibir a su hijo prodigo.
Gran hombre, de gran conciencia social; un humanista, republicano, agnóstico y progresista. Un padre, un maestro, un amigo, un QQ:.HH:., un G:.M:., quien no hubiese podido amar a un hombre así. La Mutti, Samuel y Elisa, tuvieron la gracia de conocer a un hombre de verdad, no este mero intento de macho que les escribe, sino a un verdadero hombre, y caballero de honor y respeto. Don Milan, con el murieron los “dones”.
Años después, por esas casualidades de la vida, me tocó conocer a Jorge Guerra, eximio actor criollo, que a fines de los sesenta, y principios de los setenta, nos cautivo con las aventuras de un mágico personaje, el muñeco Pin Pon. En tiempos de la dictadura, Jorge fue becado con un pasaje de ida, y sin retorno, fuera de nuestra naciente Provincia Imperial. Me encanté de una manera mágica de Jorge, la primera vez que lo conocí, y pude abrazar a mi amigo de la infancia, Pin Pon. No dejaré de mencionar a su bella compañera, amiga y esposa, doña Jimena Oros. Tan, o más encantadora que ese bello hombre, y ser humano. Lamentablemente no fue suficiente en tiempo para conocerlo. Jorge partió de este mundo dejando atrás, no exclusivamente a su familia, sino, a muchos chilenos que aun le agradecemos el sólo hecho de haber nacido, y de haber llenado de sana fantasía la mente de niños chilenos, ecuatorianos y cubanos, por tantos años. Hoy en día, Jimena sigue luchando por mantener la menoría histórica de un país, en la gran obra de un gran hombre. Como decía Pin Pon, “que no valga la pena… que valga a alegría”.
La magia de Feisbuc me enganchó de manera brutal. Después de tantos años en busca de una chica que conocí en el liceo, tuve la gracia de encontrarla. Viviana era, y sigue siendo, una belleza indescriptible. Nunca entendí el por qué nuestra amistad terminó de manera tan abrupta. Tampoco entendí el por qué nunca me enamoré de ella, era la chica más hermosa del liceo, si es que no era la chica más preciosa de todos los liceos de nuestra Provincia Imperial. La luminosidad de Marcela, en esos tiempos, aplacó brutalmente la belleza de Viviana.
Hoy me reencuentro con Marcela, Sonia, Lari y Viviana. Nos comunicamos por Feisbuc periódicamente. Nuestros temas de conversación ya no son de jóvenes inexpertos, son algo más adultos y desenfadados, hasta en algunas ocasiones morbosos. Ya los cuarenta nos hacen ser menos avergonzados sobre ciertos temas, ya que, nos importa un huevo lo que digan de nosotros. Somos adultos, los dueños del mundo…
Mi locura, y desequilibrio emocional, me llevaron a pedir ayuda profesional. Conocí a una encantadora pequeñita, que me recibió como su paciente. Me encontraba en manos de un psicólogo, los seres tan extraños y prescindibles de este mundo. Nunca tuve buena impresión de los psicólogos. Pero Claudia me hizo cambiar, bruscamente, de opinión. Vaya chica inteligente, y bella, que no sólo me dio una mano, sino la oportunidad de entender que yo puedo salir de mis complicaciones, con un poco de ayuda profesional, poniendo de mi parte. Hoy vive en Güachinton D. C., en plena capital del Imperio, aun así nos comunicamos, por Email, cada cierto tiempo. Puede que se transforme en una amistad a distancia. Hoy me atiendo con Felipe, un colega de ella, que no se queda atrás en vocación y empatía. Que suerte tuve…
Gracias al terremoto del 27 de febrero, conocí a una chiquilla de profundas convicciones izquierdistas, algo subversiva y “cuática”, me cautivo. Verónica hizo sentir que mis ideas no estaban tan alejadas de la realidad, mis sueños no eran sólo míos, eran compartido por otros. La injusta detención de su compañero, por el bullado “caso bombas” en este año, nos puso en un lugar especial para intentar hacer fructificar una amistad que espero rinda su fruto, a futuro. Gran mujer, junto a un gran hombre, tengo fe que esto será bueno. Las brujas malditas también tienen corazón, y ella lo tiene muy grande.
Hace algún tiempo vi a una guapa menudita de gafas, en Feisbuc, de blusa ajustada a rayas, que dejaba visible su seductor contorno. ¡Que hermoso par de domingas!, de debajo de esa encantadora blusa ajustaba. Ante la tentación, envíe mi solicitud de amistad. Los años me han vuelto un anarquista, pero sobretodo un caradura. La respuesta fue afirmativa; y, que maravilla, descubrí una chiquita encantadora, de similares ideas políticas, pero de una profunda confusión musical. La amistad y el afecto brotaron de forma natural. Yo un metalero y ella una tangómana, nadie es perfecto, pobre chica. Sicóloga de profesión, nunca intentó sicoanalizarme, eso creo, pero yo si lo hice… jajajajajajaja… Conflictuada por situaciones personales, al igual que yo, nos vimos riendo y conversando de nuestras vidas tan especiales. La flaquita Camila si fue la sorpresa del año, que chiquita tan encantadora.
Aprovecho de mencionar a otras tres amigas virtuales, que conocí en Yahoo, ya varios años atrás. Dusterkz, una chica española, de encantadora voz, y con una carga grandiosa en su vida. ¿Cómo no querer a alguien así? Cada vez que la escucho me alegra la vida, y conmueve mi corazón. Melisande, una guapa catalana que me adoptó como su hijo virtual y después de una gran separación, de nuestra parte, nos volvimos a reencontrar en Yahoo. Cuanto quiero a esa mujer. Por último dejaré a Valkiria. Una hermosa Meiga de Madrid, de la cual me enamoré de una forma que nunca concebí. Un par de morbosos con todo el ciber espacio a nuestros pies. Las adoro a todas aunque nunca las veré, ni las abrazaré, para expresarles mi cariño y afecto. En una de esas vueltas de la vida, espero que, la providencia me entregue la gracia de poder conocerlas en persona, y llenarlas de besos y abrazos. ¡Viva España, viva la república y vivan sus mujeres!
Hace unos días me junté con Marcela. Poco antes le hice un ofrecimiento que nunca, previamente, entregué a nadie. Fui sin mi armadura, desprovisto de protección, dispuesto a entregar lo que pocas veces doy, ya que, son escasos los que me aman, y muchos los que me odian. Soy negro o blanco, cero o uno, noche o día, muerte o vida. Me odias o me amas.
En una encantadora tarde de primavera, y un fresco ocaso, me vi frente a frente con Marcela. Aun conservaba su encanto natural, casi intacto por el tiempo. Más de veinte años sin saber por qué nunca me buscó, por qué nunca entendió lo que sentía por ella, por qué rompió dos veces mi corazón, el corazón del hombre que la amó y el corazón del amigo que la amo. Fue un encuentro sabroso y exquisito, como si el tiempo no hubiese transcurrido. El pasado muerto está, aun así, decidí darle un regalo. Le ofrecí algo nuevo, fuera de todo lo conocido y que trasciende el tiempo y el espacio, “un lugar entre mis amores”. Ella entendió, creo, y me dio un lugar por sobre los que han estado estos últimos veinte años a su lado. Sé que el ser humano es imperfecto, por naturaleza, y tengo miedo de que no termine bien. Mi corazón y una daga fue mi ofrenda, y la de ella fue olvidar el tiempo que nos separó por más de veinte años. Temo que mi lugar en esta historia esté determinado por la partida de su madre, mujer fascinante. De todas las madres de mis amigas, y mujeres, ella fue la más cariñosa y encantadora, hacia un ser que no merecía sus afectos y confianza. Tal vez, sólo superada por la madre de Samuel. El lobo estepario, la bestia indomable, se encuentra como un indefenso cachorrito, deseoso de ser domesticado.
Hace poco eliminé a todo mi pasado liceano de Feisbuc, incluyendo a Sonia, Lari y Carolina. Exclusivamente quedaron Elisa, Marcela y Viviana. Ya no quiero eliminar a nadie más, lo mano es que no puedo evitarlo…….
Entre mis actos destructivos fui tocado por Mímir, dios de la sabiduría. El me mostró a Felipe, un joven curioso, de alma sincera, de bellos sentimientos, y poseedor de los encantos de su abuela y su madre, eso creo, apenas lo estoy conociendo gracias a la magia de Feisbuc, y ya siento que ha estado a mi lado por muchos años. Cierras puertas, pero siempre queda una abierta, y esa puerta me está llevando a conocer a un, no iniciado, “hijo de la viuda”.
En mi muerte seré envuelto en una sabana blanca, sin trajes elegantes, en un ataúd muy modesto, sin símbolos religiosos, y únicamente con mis amores a mi lado. Llegué a este mundo sin nada, y me iré del mismo modo. No quiero que ningún hombre vea mis miserias en mi muerte, sólo “ellas” vestirán mi desnudez para acomodarme en mi féretro. Mi QQ:.HH:. será el último en hablar y expresar algo bueno de mi vida, de existir algo bueno. Para finalizar mis amores harán una cadena de unión; pero, faltará un hermano entro ellos, seré yo que ya habré partido. Vino y comida serán los anfitriones en un momento de alegría, ya que sólo alzaré el vuelo para reunirme con los que partieron antes que mí. Regocijarme entre ellos, y esperar a los que falten, allí, en el Oriente Eterno donde el Sol se sumerge en poniente. Tengo miedo de que las lágrimas de la Mutti impidan mi partida, por ella valdría la pena vagar en el limbo, sin encontrar el descanso eterno. Por una mujer así, vale la alegría soportar la oscuridad eterna del Helheim…
¡Salud y anarquía, y un porrito… y un amor cada día!