Publicado por el Q:.H:. Lalo Figueroa
El profesor Richard Lynn, profesor emérito de psicología en la Universidad de Ulster,
dijo que muchos más miembros de la "élite intelectual" se
consideraban ateos que el promedio nacional.
Una disminución en la observancia religiosa en el siglo pasado estaba
directamente vinculada a un aumento de la inteligencia promedio, afirmó.
El profesor Lynn, que ha provocado controversia en el pasado
con la investigación de inteligencia que une a la raza y el sexo, dijo que los
académicos universitarios eran menos propensos a creer en Dios que casi todos
los demás.
Una encuesta de la Royal Society compañeros encontró que sólo el 3,3
por ciento cree en Dios - en un momento en 68,5 por ciento de la población
general del Reino Unido se describieron como creyentes.
Una encuesta independiente en los años 90 se encuentra sólo
el siete por ciento de los miembros de la Academia Nacional
Americana de Ciencias creía en Dios.
El profesor Lynn dijo que los niños de la escuela primaria
la mayoría cree en Dios, pero al entrar en la adolescencia - y el aumento de su
inteligencia - muchos comenzaron a tener dudas.
Le dijo a la revista Times Higher Education: "¿Por qué
un menor número de académicos creen en Dios que la población general, creo que
es simplemente una cuestión de la
CI Los académicos tienen un CI más alto que la población
general Varios estudios de la encuesta Gallup de la población en general han
mostrado?.. que las personas con un CI más alto tienden a no creer en Dios. "
Dijo que las creencias religiosas habían disminuido a través
de 137 naciones desarrolladas en el siglo 20, al mismo tiempo que la gente se
volvió más inteligente.
Pero el profesor Gordon Lynch, director del Centro para la Religión y la Sociedad Contemporánea
en el Birkbeck College de Londres, dijo que no tuvo en cuenta de una compleja
gama de factores sociales, económicos e históricos.
"Vinculación de la creencia religiosa y la inteligencia
de esta manera podría reflejar una tendencia peligrosa, el desarrollo de una
caracterización simplista de la religión como primitivo, que - al mismo tiempo
que estamos tratando de hacer frente a problemas muy complejos de pluralismo
religioso y cultural - tal vez no sea la respuesta más útil, ", dijo.
El Dr. Alistair McFadyen, profesor de la teología cristiana
en la Universidad
de Leeds, dijo que la conclusión tenía "un ligero matiz de imperialismo
cultural occidental, así como un sentimiento anti-religioso".
El Dr. David Hardman, profesora principal en el desarrollo
del aprendizaje en la Universidad Metropolitana de Londres, dijo:.
"Es muy difícil llevar a cabo experimentos reales que explicar una
relación causal entre el CI y la creencia religiosa Sin embargo, hay evidencia
de otros dominios que los altos niveles de inteligencia se asocian con una
mayor capacidad - o tal vez la voluntad -. para cuestionar y derribar las
instituciones fuertemente sentidas "
El estudio realizado sobre este tema, causó profunda molestia entre grupos
cristianos y musulmanes de los países escandinavos.
Curiosamente los polémicos resultados arrojados por el trabajo académico
realizado por el conocido investigador danés Helmuth Nyborb, fueron
incluso publicados por la revista cristiana danesa ”Kristeligt Dagblad”, y por
el internacionalmente conocido diario danés “Jylland Posten”, (el de las
caricaturas del profeta Mahoma), a fines de enero del 2007.
“Estadísticamente hablando los ateos son más inteligentes que los creyentes”.
Fue la categórica conclusión a la que llegó el controvertido investigador danés
en psicología del desarrollo, don Helmuth Nyborg; después de analizar la
información entregada por cerca de 7000 norteamericanos encuestados sobre
diversos temas de índole religioso. El responsable del enojo de muchas
comunidades religiosas del norte de Europa, agrega: "Si uno junta a todos los ateos y creyentes, y los compara, los ateos
logran resultados más altos.
Es importante sí, tener presente que si uno observa una distribución normal en
el grado de inteligencia, el 95% de la población se ubica en un término medio.
En el porcentaje restante (5%), hay una cantidad de gente que sobresale, y otra
que se ubica más abajo de este promedio.
Y en el caso de esta investigación, todo indica que hay una cantidad mayor de
creyentes en el grupo de menor inteligencia”.
En relación a los resultados de este estudio, la hipótesis central de Helmuth
Nyborb es que la diferencia en el grado de inteligencia, se da también en la
forma de encarar las situaciones de la vida.
“Uno no se vuelve tonto por creer en Dios, pero algo indica que la gente con
menor inteligencia tiene más tendencia a buscar refugio en una religión como
forma de protegerse de las grandes interrogantes de la vida”, concluye Nyborg.
Para tranquilidad nuestra, el controvertido y conocido investigador danés, debe
gran parte de su fama justamente a los temas que ocupan su atención a la hora
de realizar una investigación.
Los resultados “políticamente muy poco correctos”, que han arrojado sus
anteriores trabajos, tampoco han dejado indiferente a nadie.
La lluvia de críticas que ha desatado su labor académica, ha contribuído por
cierto a poner en duda la seriedad de los resultados de sus controvertidas
investigaciones.
Karl Marx se equivocaba cuando consideró a la religión como el opio del pueblo.
En realidad, como está demostrando la neurociencia un siglo y medio después de
que el filósofo alemán escribiera aquella sentencia, el destinatario de su
poder analgésico es el cerebro.
Apoyados en la biología evolutiva, las últimas técnicas en
neuroimagen y el análisis de residuos cerebrales, dos científicos
estadounidenses explican en el libro God's Brain (El cerebro de Dios, ed.
Prometheus Books ), publicado en EEUU a comienzos de marzo, cómo la experiencia
religiosa libera una serie de neurotransmisores y hormonas que mitigan el
estrés que sufre el cerebro ante los pequeños problemas de la vida diaria y las
grandes preguntas que, desde siempre, se hace el ser humano.
"Sostenemos que el cerebro creó la religión y la idea
de Dios", explica el antropólogo Lionel Tiger , profesor de la Universidad Rutger
y coautor del libro. "Sospechamos que nuestros ancestros imaginaban cosas
que les atemorizaban, así que, para reducir ese miedo, produjeron una idea de
Dios y formalizaron las religiones", añade.
Si hacemos caso a las estadísticas elaboradas por la Oficina Federal de
Prisiones de los Estados Unidos en 1997, los ateos ocupan, además, los puestos
más bajos de las nóminas entre los criminales condenados (0,209%), en un país
en el que los cristianos representan entre el 75% y el 82% de la población y
los ateos y agnósticos, juntos, apenas entre 0,3% y 2%. Quien sabe leer las
estadísticas notará que el porcentaje de ateos es incluso menor que el del
total de los ateos. Por cierto, el porcentaje de cristianos encarcelados es
casi equivalente al de la población (cerca del 80%) y los católicos lideran el
deshonroso ranking, aun cuando no son mayoría en ese país norteamericano. Vale
decir que los números de este estudio se parecen a otros similares, por ejemplo
a alguno realizado en Colombia y del que hablaba el abogado Juan Carlos Bircamm
en un artículo hace un par de años.
Si la religión fuera necesaria para la moralidad, habría
alguna evidencia de que los ateos son menos morales que los creyentes». Pero
«de acuerdo al Reporte de Desarrollo Humano de la ONU (2005), las sociedades más
ateas –países como Noruega, Islandia, Australia, Canadá, Suecia, Suiza,
Bélgica, Japón, Holanda, Dinamarca y el Reino Unido– son en realidad las más
saludables, según indicadores que destacan la expectativa de vida, alfabetismo,
ingresos per cápita, nivel educativo, trato equitativo de los sexos, tasas de
homicidios y mortalidad infantil. A la inversa, las 50 naciones actualmente
clasificadas por las Naciones Unidas en los puestos más bajos del desarrollo
son decididamente religiosas. Por supuesto, datos correlativos de este tipo no
resuelven cuestiones de causalidad: la creencia en Dios puede conducir a la
disfunción social, la disfunción social puede fomentar la creencia en Dios,
cada uno de estos factores puede posibilitar el otro, o ambos pueden surgir de
una fuente más profunda de malestar. Si dejamos de lado el tema de causa y
efecto, estos hechos demuestran que el ateísmo es perfectamente compatible con
las aspiraciones básicas de una sociedad civil; y prueban además,
concluyentemente, que la fe religiosa no asegura en absoluto la salud de una
sociedad.
Un T:.A:.F:.
Fuente: Red Masónica