Provincia Imperial, Chile,
3 de julio de 2014
Por: Milan Mauricio Grušić Ibáñez
Frente a las constantes agresiones de Armando Romero, me veo en la
necesidad de hacer pública una reafirmación de principios, a nivel personal.
Los DD.HH. no pertenecen a grupos
políticos, instituciones gubernamentales, iglesias, agrupaciones de victimas o
de otro tipo de organizaciones nacionales e internacionales. Los DD.HH.
pertenecen a todos y todos tenemos la obligación de defender, proteger y
difundir principios que nos unen como seres humanos, en todo el mundo.
En tiempos de la dictadura
chilena, como otras tiranías en el mundo y más de alguna cuestionada democracia
en la actualidad, la igualdad ante la
Ley pasa a ser un privilegio de pocos, donde la Presunción de
Inocencia, la
Legítima Defensa y el Debido Proceso, son argumentos para
proteger a ricos “inocentes”, pero negado a los pobres “delincuentes”, es
decir, derechos para el poderoso y criminalidad para el resto.
Hoy en día, los medios de comunicación
y las redes sociales, buscan ser los jueces, mucho antes que se pueda iniciar
un proceso jurídicamente correcto, incluso llegando a cuestionar a los
magistrados, fiscales y las propias leyes que garantizan “Igualdad” ante la
“Ley”, entendiendo que es deber del “acusador” el demostrar la culpabilidad de
un sujeto y no lo contrario, tal como se hizo costumbre en tiempos de la Inquisición Católica
o los absolutismos militares en el siglo XX.
Hago la diferencia y excepción
respecto a la “FUNA”, ya que ésta cumple
con una acción de denuncia, públicamente, a supuestos delincuentes que
cometieron crímenes de lesa humanidad, amparados por el estado y protegidos por
la no justicia. Es decir, la FUNA
nace como una necesidad por la propia negación de justicia, llevando a un
individuo o colectivo, a expresar de alguna forma, su propia o agrupada
necesidad de justicia verdadera, pronta y efectiva.
Las constantes denuncias de “infiltrados”
en grupos y organizaciones, en la actualidad, nos hace pensar en tiempos de la
dictadura chilena. Nos ponemos paranoicos, con justa razón y desconfiamos de
aquellos que están a nuestra diestra y siniestra. La infiltración de los grupos
anarkos, reporteros gráficos y movimientos sociales, es un hecho, pero no
tenemos certezas de la veracidad de muchas denuncias que son expuestas en redes
sociales por personajes “anónimos”.
El desenmascaramiento de un
agente de la PDI ,
Rafael Segovia, ha servido, para dejar en claro que los sapos andan entre
nosotros, con un fin indeterminado y con un actuar completamente cuestionable.
Pero, para algunos individuos e incluso grupos, ésta situación les ha resultado
beneficiosa, ya que, se auto definen y otorgan, el rol de jueces y partes,
generando una verdadera caza de brujas, para sacar de las calles a compas que
no comulgan con su metodología de acción
o rechazan las estructuras jerárquicas verticalistas.
Algunos grupos de reporteros
gráficos, unas cuantas organizaciones de DD.HH. y uno que otro grupo de
observadores de DD.HH., hoy en día pretenden hacerse “famosos” a costa de la
vida de lxs compas que no pertenecen a ellos; ejercicio que, para mi gusto, es
enteramente discutible, por su actuar completamente alejado de principios
fundamentales, entregados por la Declaración Universal
de Derechos Humanos.
La “verdad” es un fin a perseguir
por los DD.HH., pero el “castigo” es una labor que no corresponde ejercer a
ningún grupo que pretenda utilizar los DD.HH. como escudo de lucha. La violencia
no es parte de los DD.HH., pero eso no nos hace ser pasivos al momento de
defendernos contra la violencia de funcionarios represores o ante el propio
estado agresor. También, nuestro es deber defender a las victimas y defendernos
nosotros mismos del terrorismo de estado.
La caza de brujas está abierta,
para cualquiera que tenga algún dato menor o incluso algunos motivos personales
para culpar a alguien de infiltrado o sapo. Basta con utilizar las redes
sociales para promover cuestionamientos ligeros y sin ningún fundamento lógico,
con el objetivo de transformarse en un INQUISIDOR y obtener algo de notoriedad pública
y poder pasajero.
No es necesario tener
instituciones gubernamentales que nos rijan éticamente en éstas materias. No es
fundamental la unificación de todos los movimientos sociales, grupos anarkistas
o reporteros gráficos, con el resultado de aunar criterios. Sencillamente, se
hace una necesidad el propio “sentido común”, para poder entender cuando se
trata de revanchismos entre grupos o un mero conflicto personal, de algún
cobarde que golpea por la espalda y no es capaz de dar la cara.
Los “testigos protegidos”, son la
garantía que tiene el estado chileno, hoy en día, para procesar a un individuo,
sin tener pruebas irrefutables o categóricas de que haya cometido una falta,
delito o crimen. Pero entre nosotros, sí nos damos ese derecho de proteger a
los supuestos denunciantes de infiltraciones: “Ese tipo es un sapo, el amigo de un cuñado de mi vecina me lo
confirmó, pero no puedo decirte el nombre ni mostrarte las pruebas”. Estamos
acostumbrados a éstas frases sentenciales, de las cuales nuestros padres nos
previnieron y nosotros confirmamos en tiempos de la dictadura. En todo grupo
humano, siempre existirá un sujeto que mire por sus propios mezquinos intereses
y no por las necesidades del colectivo.
Por eso resulta indispensable, en
estos casos, mantenerse cauteloso y esperar obtener más información, con el fin
único de no cometer un error y terminar culpando, públicamente, a un inocente
indefenso, dejándolo a merced de una horda con azadas, guadañas, horcas, palos
y antorchas. La “duda”, con fundamento de “razón”, es un deber de ejercer por
alguien que pretende ser un juez imparcial, salvo que tenga un interés personal
en culpar a un individuo en especial, para un beneficio particular.
Siempre existirán motivos para
culpar a su vecina de bruja: “Que su
mascota es un gato negro, su nariz es enorme, no tiene familia, nunca se peina y viste de negro”.
Los motivos del siglo XXI para
cazar brujas, siguen siendo los mismos que hace 25 años, 40 años o 5 siglos
atrás. Como también sigue siendo una constante, las excusas y justificaciones
de patéticos acusadores, que muchas veces tratan de evidenciar sus errores
culpando a otros de sus propias torpezas, lavándose las manos a costa de la
vida de un individuo.
¿Cuántas mujeres fueron culpadas
de brujería en siglos pasados y de un día para otro se transformaron en
cazadoras de brujas?
¿Cuántxs compas fueron culpados
de sapos hace algunos años y de un día para otro se transformaron en caza
sapos?
No se trata de amiguismos, o
camaraderías mal entendidas. Sé trata de principios, los cuales defiendes o te
los hechas al bolsillo.
Mi padre, Don Milan Grušić
Ansieta, el último de los Dones, fue profesor de matemáticas en el Instituto
Nacional. Su legado fue clara: “Pregunta
cuando no sepas, utiliza el sentido común, piensa con lógica, duda de todo,
asume tus responsabilidades y errores en tu vida, camina como un hombre libre y
teme del Fanatismo, la
Ignorancia y la
Tiranía ”, porque de esa triada sólo hay sufrimiento y
esclavitud.
Movimientos sociales, reporteros
gráficos, queridxs compas anarkistas, antisistemas y antifascistas, no les pido
imposibles, no tengo la solución a nuestros problemas, no soy un líder, no soy
el más justo y no pretendo serlo, no poseo la verdad absoluta… Ya a mis 46
años, me siento cansado de tanta basura y cobardía, me sofoca la estolidez de
nuestros supuestos líderes y me da vergüenza que algunos se adueñen y griten
por los DD.HH., cuando su único fin es apoderarse de principios que nos
pertenecen a todos y en algunos casos, hasta usufructúan de ellos. Queridxs
compas, sean mejores de lo que fuimos nosotros o nuestros padres, sean dignos,
aprendan lo que mi padre me enseñó, defiendan los DD.HH., que son de todos y
para todos, nunca dejen de luchar por un futuro mejor, jamás dejen de reír y de
amar, aunque sea en la adversidad y seamos libres para poder contarle a
nuestrxs hijxs y nietxs, el precio de la verdadera libertad y el costo que ésto
implicó.
“Ésta es mi respuesta a Armando Romero, ya que, últimamente se ha dado
el rol de juez y parte, olvidando que alguna vez fue victima de difamaciones
similares”.
No les vengo a dar clases, ni
imponer ideas… Vengo a compartir lo que soy, que no es gran cosa, pero tampoco
soy menos que alguien.
Salud y anarkía……