Invitado por el Consulado de Chile en Bonn, estaba viendo con suma curiosidad una extraña exposición de un fotógrafo chileno, la cual consistía en unas setenta fotos en blanco y negro y todas ellas retrataban unas peras sobre un plato tomadas desde distintos ángulos y de la cuales sinceramente... No entendía nada!
Cuando se me acercó el muy distinguido fotógrafo chileno y me preguntó el parecer respecto a su trabajo, a lo cual le respondí con una verborrea aún más abstracta que las fotos, con lo cual él quedó fascinado!
Junto con darme cuenta de que le caí bien y de que no me ubicaba para nada, me invitó para ir esa misma tarde a una cena junto a un séquito de unos veinte aristócratas ingleses que lo acompañaban desde Londres donde él residía, al Castillo del dueño de la galería donde exponía, el cual quedaba a unos veinte minutos de Colonia.
Me fui con la distinguida delegación y mi guitarra, y fue solo entonces cuando el fotógrafo supo que yo era artista.
(La cena fue exquisita y ahí fue donde me "robé" la receta de los fetuccini con salmón que les traspasé hace dos días)
Al final de la cena pasamos todos al salón central del Castillo, donde todos se instalaron a modo de público frente a una enorme chimenea, y el fotógrafo me pidió si podía cantar una o dos canciones... Y comencé.
Al final del primer tema todos guardaban un gran silencio porque entre el distinguido público estaba un connotado crítico de arte inglés, una verdadera autoridad al parecer, ya que el cual sentado en el sillón principal al centro del salón, esperó el silencio sepulcral de todos, y cuando todos lo miraban angustiados, él se expandió como un pavo real, y comenzó los aplausos de modo un tanto aparatoso. A lo cual todos los demás, lo siguieron con gran algarabía y entusiasmo.
Cuento corto. Esa noche tuve un gran éxito en el Castillo de los fetuccini con salmón, y terminé cantando a pedido de los delirantes comensales, alrededor de unas diez canciones.
Todo bien, y hasta ese momento todo era gloria para mi.
Luego recibí una copa de champaña, y me senté a conversar con los invitados en un sofá del salón, donde se me acercó la refinada esposa chilena del dueño del Castillo. La cual muy cordial y simpática, comenzó a hablarme de las contradicciones de la política cultural chilena y algunos episodios de Skármeta al respecto cuando este era embajador en Alemania.
Estaba obviamente en mi salsa, cuando de pronto!... y frente a mis incrédulos ojos!.. el dueño del Castillo comenzó a increpar duramente y a grito limpio a su acongojada esposa delante de todos los invitados! Tratándola inmisericorde de desfachatada!.. provocativa!.. sinvergüenza!!.. impúdica!!! etc. etc... en un rosario de expresiones alemanas altisonantes, tan sólo!... por conversar conmigo!!!
Los gritos y las descontroladas gesticulaciones del dueño de casa fueron de menos a más, hasta el punto que sentí caer mi mandíbula y quedar literalmente con la boca abierta de pura impresión!
Todos quedamos realmente impactados con la escena de celos, hasta que el enfurecido alemán empinándose a los cielos, y sin importarle ni títulos nobiliarios ni nacionalidades, nos indicó la salida!... Y nos echó cagando a todos de su Castillo!!!
Fue divertido ver a todos los aristócratas ingleses saliendo muy estirados y con su nariz parada estoicamente en fila india de aquellos aposentos.
El alemán, vigilaba la salida de cada uno de nosotros sujetando amenazante a un enorme Rottweiler con una correa en la puerta. Y cuando yo pasé frente a él, el perro fue al único que quiso atacar... A lo que el ayudante del fotógrafo una suerte de Sancho Panza también chileno, me dijo: "Cáchate!... hasta al perro lo tiene amaestrado a prueba de amantes el wn´!!!"
Nadie entendió nada, porque la señora oriunda del sur de Chile realmente fue gentil, pero nunca fue coqueta ni desubicada.
Al llegar a Colonia, me bajé con mi guitarra de una de las tres Van en las que nos transportábamos. Y al alejarse la aristocrática caravana, el elegante y espigado fotógrafo chileno sacó medio cuerpo por la ventanilla del auto, y se despidió caballerosa y nostálgicamente de mi, gritándome a la distancia:
"Cuando tenga otra comida te invito de nueeevo poh`wn´!!!"