Querida familia, amig@s, compañer@s:
Esta carta será un poco más larga que lo habitual.
Hoy 9 de mayo del 2013, es un día fatídico para la
región de Aysén y para Chile.
Es el día en que debiéramos pensar especialmente,
en la estrechez mental; la inmediatez del sistema; la falta de visión; la
ignorancia del futuro de los nietos de nuestros nietos , que vive esta
sociedad contemporánea libremercadista, tercermundista, pequeña, pequeña que se
cree muy grande.
Hace exactamente dos años, una comisión integrada en la
región por representantes de los Ministros de Obras públicas, Bienes
nacionales, Minería, Vivienda, Agricultura entre otros, aprobó la
evaluación de impacto ambiental presentada por Hidroaysen.
El comité de Ministros, que por ley tenía sesenta días para
reunirse y tratar el tema, después de dos años, todavía no lo hace.
Hace dos años, en un gesto cuyo único precedente de
enfrentamientos con las policías lo tenían los pescadores, todos salimos
a la calle. Nos sentamos, esperamos y fuimos testigos con lágrimas rodando por
nuestras caras y la rabia inundando nuestros corazones, como estos obedientes
funcionarios daban el si a un proyecto a todas luces, aberrante. Hay que
ser justos, solo el representante del Ministerio de salud se abstuvo de votar,
salió a los pocos meses del gobierno.
Esa noche llovieron piedras y gritos de calma, un heroico
ciudadano se subió al guanaco, para arrancar de cuajo la manguera que nos
bañaba con agua pestilente, sin saber que un año y medio después ese mismo
guanaco, sería quemado en las riberas del RíoTurbio, en batallas heroicas
donde los policías de Fuerzas Especiales llegados a la región en aviones
Hércules, tuvieron después de horas que retroceder a sus cuarteles.
El 9 de mayo de 2011 , fuimos testigos de una evaluación de
impacto ambiental llena de irregularidades y errores denunciados por los mismos
funcionarios. Ellos después de levantar informes adversos a la empresa, fueron
víctima de cambios de informes, amenazas, y despidos. Fuimos testigos de la
impunidad de una autoridad que se impone por la fuerza y que después se extraña
de no ser querida.
Pero no se trata de este o aquel gobierno: la candidata
Bachelet dice en The Clinic hace semanas: “Cualquier proyecto de esta
envergadura no será a cuenta del patrimonio ambiental del país, de sus
bellezas naturales y sin considerar a quienes habitan en los lugares”. En su
gobierno, del cual fui parte y del cual Salí más de un año antes por este
mismo tema, pudimos escuchar a sus Ministros diciendo que Hidroaysen es una
necesidad país. El Mismo ex ministro de Obras Publicas Sergio Bitar me dijo en
una reunión en la misma región: “Que duda le cabe que estos proyectos se van a hacer”.
Si, efectivamente en su gobierno no se aprobaron estos
proyectos, pero todos sabemos, que si se dieron todas las facilidades
para que el proyecto avanzara a esta aprobación de hace dos años. Varias veces
el gabinete de seremis de la época, se reunió con la empresa.
¿Cuántas veces se reunió el mismo gabinete con las
organizaciones contrarias a la instalación de represas? Ni una.
Cuando veo a esas autoridades de antes, marchando
ahora me pregunto: ¿Qué van a hacer si es que son el próximo gobierno?
¿Marcharan de nuevo gritando Patagonia sin represas?
Resulta preocupante que los medios de comunicación, que
manejan lo que piensa, siente, dice y cree la mayoría de la gente,
impongan la idea de que estas represas son necesarias para el país. Un discurso
que se instala y que pareciera irrebatible.
¿Usted se ha preguntado porque en Chile no hay campañas de
ahorro energético? ¿Por qué no se educa con fuerza a la comunidad sobre el uso
de la energía eléctrica?
Simple: Mientras usted más consume, mas paga y mientras más
paga, la empresa generadora y distribuidora de energía, mas gana.
Porque hoy en Chile la energía eléctrica, así como el agua,
son entendidas como una mercancía y no como un servicio.
Así de simple: Un sistema que se amarra solito y que
trata de convencernos de que es el único que funciona.
Todos sabemos, el 70 % de los chilenos lo ha dicho:
Queremos una Patagonia sin represas.
Hay razones técnicas, económicas, sociales,
medioambientales, emocionales, para no quererlas.
Hay razones locales y razones país para pensar que estas
represas son un tremendo negocio, que destruirá un territorio que es de todos
los chilenos.
Los ríos Baker y Pascua son uno de los únicos ríos del mundo
sin contaminación desde su origen a su desembocadura.
Sabemos que Hidroaysén está obsoleta que la usarán y en cien
años la Patagonia
quedará destruida de manera irreversible.
Tenemos la responsabilidad de cuidar las reservas de agua
dulce del planeta.
Queremos una Patagonia sin represas porque no podemos seguir
siendo tan tontos los chilenos de regalarles el agua para que ellos pongan sus
represas y después mas encima les paguemos la cuenta de la luz.
Queremos una Patagonia sin represas, por los nietos de
nuestros nietos,
Un fuerte abrazo para todas y todos
Magdalena