Tras el bombazo en los pasillos del centro comercial de la
estación de Metro Escuela Militar se hicieron realidad los sueños de la prensa
y el Estado; ahora podrían argumentar abiertamente que los ataques explosivos
tendrían también por objetivo a ciudadanos comunes y en esa línea agudizar sus
prácticas represivas contra los grupos e individualidades insurgentes. La
situación les resultó propicia a los buitres para levantar desde sus medios un
clima de inseguridad y terror mediático; la prensa no tardó en apuntar al
violento de los grupos subversivos. Se especuló entre los círculos anárquicos y
anticapitalistas en general que las características del bombazo no
correspondían a la de los que atentan contra estructuras de poder y que el
ataque podría estar asociado a algún sector de la policía, grupos de extrema
derecha o algunos de supuestos revolucionarios que no tendrían claro sus
objetivos. Hoy hay tres presuntos responsables detenidos y un comunicado cuya
originalidad desconocemos que se reivindica el ataque circulando por Internet.
Sobre l@s acusad@s no nos referiremos en este escrito
porque, primero, no pretendemos ser jueces y, segundo, también nos son bien
conocidas las artimañas del Estado y los medios burgueses cuando se trata de
mostrar efectividad y control en la persecución de un enemigo interno, a la vez
que aprovechan estas situaciones para justificar su represión.
Sobre l@s responsables y la motivación del ataque aún no
tenemos nada claro, pero ante el clima de inseguridad y terror que quiere
erigir el poder y sus medios de comunicación nuestra respuesta resulta
invariable: seguimos apuntando con violencia contra el poder por la agudización
del conflicto teniendo claro al enemigo. Sí, teniendo claro al enemigo, porque
nuestros enemigos son quienes están en el poder y sus esbirros armados
dispuestos para asegurar su orden; a ellos van dirigidos nuestros ataques. Por
eso no podemos hermanarnos con ataques ciegos e irresponsables del que resulten
heridos ciudadanos comunes. Si bien entendemos el papel que juega la pasividad
de la ciudadanía en el sometimiento y el manteniendo del poder, no podemos
igualar la responsabilidad del esclavo alienado con la del poderoso (como bien
dijeron otr@s compas en un artículo que circula por ahí), que es el verdadero
responsable de la explotación y su consecuente alienación sin la que este orden
no podría mantenerse ni un minuto más. No podemos considerar como un ataque
certero a la autoridad una acción de la que resulte gente común herida, ni
somos indiferentes a su sufrimiento, mucho menos cuando esto propicia el
escenario para una nueva caza de brujas por parte del Estado con el apoyo de
una parte creciente de la ciudadanía que se cree ahora posible blanco de los
ataques.
Pero ante todo este clima de inseguridad mediatizada para la
ciudadanía y hostilidad represiva para nosotr@s, optamos por no bajar los
brazos ni nos desmarcamos del uso de la violencia contra el Estado, el capital
y sus esbirros; es más, la reivindicamos, una vez más, saliendo a la calle y
levantando barricadas, entregando panfletos (adjuntos más abajo) y leyendo a
viva voz un comunicado que explicó el motivo de nuestra acción a quienes
observaban, para luego enfrentarnos con la yuta (que llegaron disparando
perdigones y de lejos porque quedaron con la pera ante las mechas que los
recibieron) . Qué el poder tenga claro que a pesar de lo adverso del escenario
que puedan crear no claudicaremos del uso de la violencia contra la autoridad,
contra el Estado, contra el capital, y que puede que la lucha callejera contra
sus esbirros sea solo un pequeño (y hasta repetitivo) gesto, pero no por eso
abandonaremos nuestros métodos mientras nos aventuramos en el descubrimiento de
otros nuevos que nos acerquen cada vez más al enemigo. Es cosa de reflexión,
paciencia y práctica lo que nos hará vernos de frente.
Hacemos un llamado a la reflexión y a la práctica.
¡A no retroceder ante ni un clima de hostilidad!
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