Querida familia, amig@s y compañer@s:
Son las 14:00 del martes 31 de julio, el día está oscuro y
frío.
José Asencio, el pescador artesanal que comenzó su
huelga de hambre hace 21 días, comenzó la huelga seca ayer a las seis de la
tarde.
Antes de esto, tomaba líquido, agua, jugos, algún caldo, el
mínimo.
Ahora NADA.
Hace ya tres días que lo veo débil.
Ha perdido peso, duerme mucho.
José solicita poder exponer al Ministro Longeira su destino:
Porque si la ley de pesca se aprueba en los términos
que fue aprobada por la Cámara
de Diputados, para él pescador artesanal sin bote, será la muerte.
La cabeza me da vueltas.
¿Que Ministro se va a "gastar" visitando a un solo
pescador artesanal en huelga de hambre?
¿Quien en este mundo va a ocuparse de un hombre de 62
años que no tiene nada más que perder que la vida?
Hasta este mediodía nadie lo ha llamado.
La prensa nacional con su silencio, lo
ignora.
Sus compañeros, hicieron anoche una barricada y encendieron
neumáticos para decir: "Aquí estamos".
Me imagino que la lógica de las autoridades debe ser:
Si ceden frente a este pescador artesanal, entonces tendrán
que transar mucho más y frente a cualquier otra situación. A todas vistas,
este no es su estilo.
¿Que significará esto?
¡Nada!
¿Significa que lo dejarán morir?
No sé.
Intentamos por todos los medios persuadirlo de no entrar en
esta huelga seca, pero el Rambo no escuchó. Así como no le consultó a nadie su huelga de hambre, así
tampoco consulta a nadie. Huelga seca, acción radical y basta de estirar la situación. Los pescadores artesanales no pueden seguir esperando, me
dice a media voz.
Hoy ya no escribe esos manifiestos que cubren los muros de
la sala, ubicada al costado de la catedral y al lado de la Intendencia regional y
que lo alberga desde hace 21 días. Ya no tiene energía para hablar de la fe, la honestidad, la
hora del despertar.
Con la fuerza del gladiador que lleva dentro, se mantiene,
duerme, mira con ojos un poco extraviados, las olimpiadas que pasan por la
televisión.
Pide hablar con el Ministro Longeira.
¡Sólo eso!
Frente a frente: Hablar y ser escuchado.
¿Es mucho pedir?
Cariños a ustedes, con la angustia de ver un hermano
luchando hasta su propio límite y el nuestro.
Magdalena
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