ENTREVISTA - MAURICIO JAVIER CAMPOS -
1) ¿Cuál fue la primera mujer que se integró a una Logia
Masónica?
2) ¿Por qué no admitían las mujeres en la Masonería ?
3) ¿En qué país se admitió por primera vez a una mujer en la Masonería ?
4) ¿Cuál es el papel de la mujer en la masonería operativa?
5) ¿Cuál es el grado más alto que pueda alcanzar una mujer
en la Masonería ?
6) ¿La no admisión de la mujer en la masonería fue algún
tipo de discriminación de género?
7) ¿Quien fue Elisabeth Aldworth?
8) ¿Cuáles son los aportes de la mujer a la Masonería ?
9) ¿Sus apreciaciones personales sobre la mujer en la Masonería ?
Con respecto a su primera consulta, sobre cuál fue la
primera mujer que se integró a una Logia masónica, es una pregunta muy difícil
de responder. Esto se debe a la escasez de documentos que aqueja a los
investigadores, ya sean profanos y académicos o a miembros de la Orden. Este asunto es
crucial, por cuanto no puede haber investigación seria sin base documental.
El problema se profundiza aún más si apuntamos al papel
cumplido por la mujer en relación a la institución, ya sea su pertenencia
explícita a la misma, como miembro iniciado, o en un rol secundario de
acompañamiento en entidades paramasónicas. Si bien hoy está demostrado que la
mujer integró grupos de trabajo y colaboró en la Masonería operativa.
Pero la
Masonería operativa, y la llamada actualmente especulativa,
son cosas bien distintas.
La tarea se complica todavía más para el investigador
latinoamericano, ya que en ciertos abordajes específicos de la historia de los
orígenes de la Masonería
debe recurrir a fuentes secundarias, salvo excepciones que pueden involucrar a
unos pocos de estos estudiosos, con acceso a los archivos conservados en
Europa, cuando estos existen y están disponibles.
Se puede decir que en 1598, Wiliam Schow, supervisor de
obras del rey de Escocia, contribuyó a la reorganización de las Logias,
estableciendo la obligatoriedad de llevar un registro de sus reuniones,
soslayando, en cierta manera, la tradición oral imperante hasta ese momento.
Esto constituyó un paso importante en la conservación de materiales escritos.
Con el tiempo la construcción en piedra decae, dándose
prioridad en la construcción a otros materiales, como el ladrillo. Ya en el
siglo XVII es más notorio el ingreso de los llamados masones aceptados, sobre
todo aquellos caballeros notables reunidos en torno a la Sociedad Real de
Londres; pero los masones aceptados fueron en principio los nobles o
terratenientes, y hasta clérigos, que debían encargar sus obras a los obreros
capacitados, siéndoles de utilidad, a la hora de contratarlos, conocer las
señas por las cuales aquellos se reconocían. De esta manera la mujer quedaba
excluida.
En la segunda mitad del siglo XVII, convivían en las Logias
anticuarios como Elías Ashmole o nobles como el conde de Moray que apenas
pisaron las Logias una vez en su vida, junto a seguidores de movimientos
ideológico-políticos como los rosacruces y/o científicos de todo tipo, como
Isaac Newton. Junto a estos se destacó Cristopher Wren, personalidad muy culta
y último de los Grandes Maestros de obra de la Corona británica antes del
nacimiento de la Masonería
especulativa en 1717, y que se ocupó de la reconstrucción de Londres luego del
gran incendio que la asoló en la década de 1660.
Aclarada esta etapa de transición histórica, queda
evidenciada la imposibilidad de contar con registros documentales detallados de
todo este proceso evolutivo.
La escasez documental es una problemática que se ajusta a
los parámetros seguidos por la institución en su nacimiento a la modernidad en
el siglo XVIII. Su naturaleza secretista influyó para que en sus primeros
tiempos no se registraran sus reuniones, o que este registro fuera
deficiente o que dicho material fuera ocultado y con el tiempo se
extraviara. Las condenas papales empeoraron la situación.
En este contexto la mujer ni siquiera fue contemplada en las
Constituciones de Anderson, y su emancipación social todavía era impensable.
Una disposición general establecía: "Los esclavos, las mujeres, la gentes
inmorales o deshonrosas no pueden ser admitidas, sí solamente los hombres de
buena reputación".
Recapitulando, se puede decir que la sumisión de la mujer se
afianzó a partir de las llamadas religiones del Libro, o sea, el judaísmo, el
cristianismo y el Islam, contrariamente a lo que sucedía en los antiguos
Misterios.
Las Constituciones de Anderson, documento fundacional de la
masonería moderna o especulativa del siglo XVIII, no la tuvieron en cuenta por
no estar aún emancipada y en la
Edad Media las corporaciones de constructores y picapedreros
estaban constituidas mayormente por hombres.
Las libertades civiles alcanzadas por la Revolución Francesa
de 1789 no bastaron para evitar el sojuzgamiento.
Un punto de inflexión lo constituyó la organización por
parte del Gran Oriente de Francia, hacia 1774, de las llamadas Órdenes de
Adopción para la Masonería
de Damas, Logias jurisdiccionadas y "bajo la protección de un taller
simbólico regular que vela por ellas y atiende a sus trabajos". El Gran
Oriente de Francia "estableció reglas y leyes para su gobierno; prescribió
que sólo los francmasones pudiesen concurrir a sus reuniones, y que cada Logia
de Adopción estuviese a cargo y bajo la sanción y garantía de una Logia
masónica regularmente constituida, y que el Venerable o Maestro de esta última,
o su diputado a falta de él, fuese el oficial que presidiese, acompañado de la Presidenta de la Logia de Adopción".
Hacia la segunda mitad del siglo XIX, por citar apenas un
ejemplo, surgió en Argentina una entidad llamada la "Sociedad Hermanas de
los Pobres", compuesta por mujeres allegadas a los miembros de las Logias
masculinas y que cumplían labores de caridad y difusión de los ideales del
librepensamiento.
Pero estas Logias y Obediencias seguían los parámetros
establecidos por la Gran
Logia Unida de Inglaterra, que aún hoy excluye a la mujer,
así como todas las Potencias encuadradas dentro de su concepto de regularidad.
Por el contrario, la denominada Masonería liberal o adogmática, adaptándose a
los tiempos, no discrimina por género.
En la última década del siglo XIX María Deraismes junto
Georges Martin crearán en Francia una nueva Obediencia, pero mixta: La Orden Masónica
Mixta Internacional Le Droit Humain-El Derecho Humano. Es la primera vez que la
mujer se inserta con plenitud en las Logias y en un plano de igualdad junto al
hombre. Desde entonces ya no habrá límites para que la mujer alcance los más
altos grados y cargos dentro de la
Orden.
Un caso digno de mención para nuestro panorama
Latinoamericano lo constituye el de la española Belén de Sárraga, figura que
destacó en los primeros decenios del siglo XX. Docente y médica, atea,
librepensadora, divorciada, anarco-socialista, escritora y notable
conferenciante, llegó a ocupar la vicepresidencia de la Federación Argentina
del Derecho Humano en 1916 y alcanzó el grado 33º del Rito Escocés. Vivió en
Uruguay, editando periódicos y panfletos anticlericales y feministas. Intervino
en los Congresos del Librepensamiento de la época, viajando por todo el mundo.
Participó en el Primer Congreso Internacional de la Mujer realizado en Buenos
Aires en 1910. Viajó por toda América, propiciando los ideales laicos, la
educación del pueblo, la protección de la niñez y la emancipación de la mujer,
su derecho al sufragio, el divorcio, etc.
Muchas de estas mujeres, en su lucha por los derechos que
les correspondían, padecieron atentados contra su vida.
Cien años después las Obediencias femeninas y mixtas
prosperan; y es que una visión completa y humanista de la Masonería no puede darse
sin el aporte de la otra mitad de esa humanidad, o sea, la mujer.
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