Entonces la Reina se detuvo, completamente sin aliento, y dijo a Alicia:
-¿Has visto a la Falsa Tortuga?
-No -respondió Alicia-. Ni siquiera sé lo que es una Falsa Tortuga.
-¿Nunca has comido sopa de tortuga? -preguntó la Reina-. Pues hay una sopa similar a la de tortuga, pero no es de auténtica tortuga. La Falsa Tortuga sirve para hacer esa sopa de Falsa Tortuga.
(Alicia en el país de las maravillas, capítulo IX)
(Alicia en el país de las maravillas, capítulo IX)
Vivimos en un país que pareciera salido de la pluma de Lewis
Carroll. Vivimos de disparate en disparate y lo que es peor, ya se nos ha hecho
una costumbre vivir así.
Nadie entiende por qué, desde que el pasado 21 de mayo el
presidente de la república, Sebastián Piñera, anunciara la promulgación de
la ley que castigaría la discriminación arbitraria, nuestros telediarios
contienen esa retahíla de reportes sobre actos de violencia contra la comunidad
de gays, lesbianas, bisexuales y transexuales.
Se supone que el efecto de la tan tramitada ley sería, en
primer lugar, disuadir la comisión de un acto que atenta contra los derechos
humanos y las libertades civiles.
Pero, ni el anuncio del presidente, ni la promulgación de la
ley, han colocado el signo de “Pare” a la violencia contra la comunidad LGBT.
Pareciera que la iniciativa, en vez de disuadir, ha alimentado el odio y
prendido la mecha de la fobia contra la No Heterosexualidad.
En Santiago, a menos de 24 horas del anuncio
presidencial, un grupo de militares en activo, coludidos con la Policía de Carabineros, le
propinaba una paliza a un individuo, luego de gritarle toda clase de insultos,
relacionados con su orientación sexual.
Hematomas, excoriaciones y una herida en la cara que
requirió cinco puntos, fue el resultado del cobarde acto. El herido y su
acompañante se vieron forzados a compartir el mismo calabozo con sus 3
agresores, lo que casi ocasiona otra golpiza homofóbica, bajo el amparo de la
19 Comisaría de Carabineros de la
Comuna de Providencia.
Por la misma fecha y en la misma ciudad, un joven gay fue
brutalmente agredido por un “neonazi” sudaca, resultando con la pérdida total
de varias piezas dentales, magulladuras y golpes de diversa consideración.
Entre el 8 y el 10 de junio de 2012, Radio Mitos, en
conjunto con el Movimiento por la Diversidad Sexual
(MUMS), recibieron 8 denuncias de agresiones homofóbicas, la mayoría de
ellas perpetradas en la vía pública.
Una de las agresiones ocurrió al interior de la casa
de un hombre gay, que fue secuestrado a punta de pistola por un individuo de
origen colombiano. La tardía acción de Carabineros (una hora desde el momento
de la denuncia) consiguió al final que el colombiano no le volara la tapa de
los sesos a su secuestrado, evitando, de paso, que las paredes del
departamento de la víctima terminasen decorada de masa encefálica.
Por desgracia, la mayoría de las víctimas se rehúsa a denunciar.
No lo hacen porque, de todos modos, la policía tiene la tendencia casi natural
de creer a los agresores, no a los maricones, travestis o lesbianas agredidos. Para
la policía, las víctimas, o importan poco, o reciben lo que se merecen.
En los últimos días hemos conocido de nuevos ataques
homo transfóbicos, en los que las víctimas resultaron seriamente dañadas en su
integridad física, psicológica y moral. Dos de ellas recibieron el peor
de los tratos de parte de la policía.
Uno de los casos recientes y el que tal vez más impacto ha
suscitado en la opinión pública, es el de una chica lesbiana menor de edad, que
fue apuñalada dos veces por los familiares de su pareja. La segunda vez
intentaron matarla, acuchillándole la cabeza dentro del hospital donde
recibía primeros auxilios.
Ayer, en Rancagua, un hombre de homosexual de 32 años
resultó con cuatro fracturas de mandíbula, daños en el globo ocular derecho y
múltiples lesiones, luego de recibir una golpiza de parte de
dos individuos, que lo agredieron por su orientación sexual, a dos cuadras de
su casa. Su rostro requerirá de varias intervenciones quirúrgicas, en
tanto su sentido de la visión podría resultar seriamente dañado, de forma
crónica.
Ley Anti Discriminación y La Sopa de Falsa Tortuga
El Presidente Sebastián Piñera encabezó el 11 de
julio la ceremonia de promulgación de la Ley Antidiscriminación, en el
palacio de La Moneda :
“Por una parte, contento, orgulloso, de poder después de
largos siete años promulgar por fin una ley que nos va a permitir prevenir,
sancionar y corregir de manera mucho más eficaz y mucho más oportuna todas las
formas de discriminación arbitrarias, que aún persisten y viven en nuestra
sociedad”, expresó.
Pero al presidente, una vez más, se equivocó. La ley, además
de ser estrepitosamente ambigua, no obliga al agresor a la reparación de
los daños que ocasione a su víctima, aunque señala que:
“El juez declarará si ha
existido o no discriminación arbitraria. En
el caso que haya existido, dejará sin
efecto el acto discriminatorio, dispondrá
que no sea reiterado u ordenará que
se realice el acto omitido, fijando,
para el último caso, un plazo para
cumplirlo. También podrá adoptar las medidas que estime
necesarias para asegurar el imperio del derecho y la protección del
afectado”.
“Asimismo, si hubiere existido discriminación
arbitraria, el tribunal puede aplicar una multa,
en contra del denunciado, de entre 5
a 50 unidades tributarias mensuales a beneficio fiscal,
esto es, de entre 200 mil a 2 millones de pesos”.
“Por el contrario, cuando la denuncia
careciere de todo fundamento, el tribunal
podrá aplicar una multa, en contra del
denunciante, de entre 2 a 20 unidades
tributarias mensuales a beneficio fiscal, esto es, de entre 80 mil a 800 mil
pesos”.
Siendo todo tan artificioso (como la Sopa de Falsa
Tortuga) y habiéndose reducido la “sanción” al pago de una multa al fisco, es
natural que los agresores no vean un efecto disuasivo en la ley. No lo
ven porque simplemente no lo hay.
¿Cómo probar una discriminación arbitraria, con las
herramientas que exige la ley? Si hay algo más difícil de probar que la
existencia de la anti materia, es probar un acto de Discriminación Arbitraria.
Quienes la hemos padecido lo sabemos.
Lo peor, sin embargo, es la falsa sensación de seguridad que
genera la norma jurídica. Pareciera que después de la trágica muerte de Daniel
Zamudio y del mega show protagonizado por la prensa y algunos
“voceros” de la comunidad LGBT, o la promulgación de la ley, nadie se atrevería
a irrespetar a homosexuales o a una persona trans. Pero esa es también otra
gran mentira.
Ahora, además de ataques físicos y verbales fortuitos,
contamos con la poco honrosa distinción de ser el único país de Latinoamérica
que cuenta con cuerpos paramilitares neonazis, entre cuyos objetivos de
represión figuran judíos y las llamadas minorías sexuales.
Bebamos pues, nuestro rico plato de Sopa de Falsa
Tortuga y sigamos la rumba. Total, hay maricones, tortilleras y
transexuales de sobra en el país. Exterminar unos cuantos será tan
insignificante como pisotear la entrada de un hormiguero.
¡Salud por la pluma de Lewis Carroll y que viva Chile,
mieeeeerda!
POR : FRANCISCO ALEMÁN C.


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