Publicado por Lalo Figueroa, el febrero 10, 2013
Carta por la Compasión
Es además necesario en la vida pública y en la privada abstenerse de causar
dolor de manera sistemática y categórica, actuar o hablar de manera violenta,
obrar con mala intención, manejarse priorizando el interés personal, explotar o
denegar los derechos básicos e incitar al odio denigrando a los otros – aunque
sean enemigos - actuar de manera contraria, implica negar nuestra humanidad.
Reconocemos haber fallado en vivir con compasión y sabemos que alguien ha
incluso incrementado la miseria humana en nombre de la religión.
Por eso pedimos a hombres y mujeres ~ restaurar la compasión al centro de la moralidad
y de la religión ~ volver al antiguo principio que afirma que cualquier
interpretación de la escritura que incite a la violencia, el odio o al
desprecio, es ilegítima ~ garantizar a los jóvenes una información positiva y
respetuosa sobre otras tradiciones, religiones y culturas ~ estimular a una
positiva apreciación de la diversidad cultural y religiosa ~ cultivar una
empatía consecuente con el sufrimiento de los seres humanos, hasta con aquellos
que consideramos enemigos.
En nuestro mundo polarizado hay una necesidad urgente de transformar la
compasión en una fuerza clara luminosa y dinámica. Arraigada en la
determinación de trascender el egoísmo, la compasión puede romper las fronteras
políticas, dogmáticas, ideológicas y religiosas. Nacida de nuestra profunda
interdependencia, la compasión es esencial para las relaciones humanas y para
la realización de la humanidad. Es el camino hacia la claridad, indispensable
para la creación de una economía justa y de una comunidad global y pacifica.
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